Una de las grandes interrogantes alrededor de iniciar una práctica de yoga como parte de nuestros hábitos de cuidado propio, es aquella que está relacionada a los objetivos que nos planteamos con la intención de medirlos continuamente.
¿Qué objetivos debemos perseguir a la hora de iniciar una práctica de yoga?
En estilos como el Hatha Yoga o el Power Yoga solemos buscar mejorar nuestra flexibilidad, contribuir a la recuperación de una lesión, mejorar nuestra coordinación y equilibrio, entre otros. Sin embargo, considerar como objetivo esencial LA ADAPTACIÓN PROGRESIVA nos puede ayudar a llevar a cabo una práctica más consciente, paciente y respetuosa.
Bajo un enfoque de ADAPTACIÓN PROGRESIVA, tomamos en cuenta diversos factores que podrían presentarse en el camino (no le llamemos obstáculos):
Podemos enfermar.
Las exigencias laborales y/o familiares pueden llevarnos a pausar nuestra práctica del día.
Podemos priorizar el descanso en un día muy cargado.
O simplemente nuestro ritmo no es idéntico al de otros practicantes.
Por citar los más comunes.
Y ante estos factores, en vez de frustarnos, adoptamos una actitud flexible y compasiva.
Ahora, ¿te has preguntado qué intenciones pones en el mat cuando realizas tu práctica del día? Sigamos indagando al respecto.
Intención y actitud:
Hemos visto que dominar la práctica de yoga como objetivo a corto e incluso mediano y largo plazo, puede frustrarnos cuando son otros factores implicados.
Hablemos del MOMENTO PRESENTE y de cómo nuestra práctica diaria puede sentirse como un momento realmente enriquecedor si evitas realizarla en piloto automático.
Tu intención en el momento presente importa mucho, porque a su vez, va a impactar en la actitud que tomes durante tu práctica.
Presta atención si esto te sucede frecuentemente:
-Estás más pendiente de los estímulos externos: tu celular, el ruido del ambiente circundante.
-Tu cuerpo y tu mente se sienten desconectados entre sí. Lo cual se evidencia en tu equilibrio, tu coordinación y tu ejecución en general (que valga la aclaración, no tienen que alcanzar “perfección” alguna).
Por lo que mi recomendación es la siguiente: Que tu práctica diaria sea un momento para ti, entendido esto como una conexión contigo mismo. Y sé que puede sonar cliché y muy volátil, hasta que lo pones en práctica.
El espacio y el tiempo importan.
La holgura de espacio y de tiempo que por lo general caracterizan las sesiones de práctica compartidas de forma virtual, nos permite manejar algunos recursos a nuestro favor:
Podemos crear una atmósfera sensorial muy propia, como por ejemplo: usando esencias arómaticas, luz tenue, ropa mucho más cómoda que la usaríamos en sesiones presenciales, etc.
Por otro lado, en cuanto al tiempo y en relación a la práctica de fin del día, podemos empalmar fácilmente nuestra hora de dormir.
Salvo los acontecimientos de carácter urgente, es importante respetar nuestro propio espacio y tiempo para que pueda darse un momento real de conexión.
¿Hacia dónde va tu atención?
Vamos a dejar a un lado cualquier rigidez en relación a la práctica de yoga y vamos a reivindicar la atención mental, aquella que no solo nos mantiene con los pies en el presente sino que es el vehículo para beneficiarnos de una práctica integral.
En Satsun practicamos las posturas o asanas de forma más orgánica, es decir, le ponemos más énfasis al movimiento físico, ya sea con las posturas o asanas, así como con los ejercicios de fortalecimiento y movilidad que realizamos en cada una de nuestras sesiones.
Toda postura o asana en yoga debe tener dos características para considerarse como tal:
Del sánscrito Sukha que significa cómodo.
Y del sánscrito Sthira que significa estable.
Comodidad y estabilidad, dos características que llevadas a la práctica constante se pueden traducir en el dominio del cuerpo: dándose como consecuencia del fortalecimiento, la mejora de nuestra coordinación y de nuestra flexibilidad, la gestión de nuestra respiración y nuestra percepción de estrés físico.
Ambas características se van explorando conforme nuestro progreso aumenta, por lo que exigir que se cumplan ambas cuando el cuerpo aún no está suficientemente adaptado para la ejecución completa de una asana, puede resultar desalentador e incrementar aún más el estrés, sobrepasando su límite saludable.
En yoga, el cuerpo se dibuja a través de las posturas, por lo que el progreso es algo constante, y así llevemos años de práctica, siempre podemos encontrar oportunidades de explorar nuevas posibilidades de movimiento.
La instrucción adecuada para la ejecución de las posturas nos ayuda a prestar atención sobre qué partes del cuerpo activaremos (para darnos estabilidad) y cuáles mantendremos relajadas (para darnos comodidad), por lo que es un buen punto de partida para practicar la atención mental.
Otra forma de practicar la atención mental durante nuestra sesión es recordando los beneficios de cada asana y ejercicio en nuestro organismo. Llevamos nuestros pensamientos a esas partes del cuerpo que se beneficiarán.
Por último, y no menos importante, prestar atención a nuestra respiración, que con las instrucciones adecuadas podemos tomar como un recurso valioso para una práctica integral. Ya sea contando nuestras respiraciones, recordando en qué momentos nuestra respiración se acelerará de forma natural y en qué otros la podremos suavizar aún más.
Para concluir con este primer artículo, recordemos cómo se entrelazan los elementos de una práctica integral:
Conectamos con nuestras intenciones, que a su vez guiarán nuestra actitud durante nuestra práctica del día. Crearemos una atmósfera sensorial agradable y respetaremos nuestro tiempo de conexión. Finalmente, prestaremos atención a nuestra respiración, a nuestra estabilidad y comodidad.